lunes, enero 08, 2007

fushhhh

Él nunca supo bien por dónde, pero después de golpear la puerta un par de veces, terminó metiéndose adentro.
Se llevó un par de hojas, algunos cuadernos, las telarañas (que tanto le gustaban) y unas cuantas penas también.
Así son los huracanes; vienen sin ser invitados, y aunque se salen por las ventanas, de alguna forma se quedan adentro.

miércoles, enero 03, 2007

Coso, cosito.

Corto la cantidad de hilo justa, aunque seguramente me va a sobrar. Es un hilo grueso, de esos que sirven para coser cuero; también agarro una aguja para cuero, de esas que son curvas y que tanto miedo me metían cuando era changuito y miraba a mi abuelo trabajando en el fondo. Acomodo las cosas en la mesa, saco el espejo, y empiezo la labor. Primero por la esquina izquierda, clavo despacito, y presiono paulatinamente; el pulso me tiembla y me baja la presión: una gota de sangre quiere escaparse, o quizá se perdió, se ve desorienteda. Ya pasó, siento la aguja del otro lado, duele demasiado y la presión sigue bajando, así que hago pasar la aguja de un tirón. Pronto la sangre lo cubre todo, y trabajar cuesta demasiado, con el algodón que preparé de antemano me limpio; ya voy por el tercer agujero cuando tengo que frenarme porque no aguanto más.
Pero no importa. Tengo que seguir. Clavo de nuevo y sale por el otro lado, voy bien; por fin llego a la comisura opuesta, y ya está cellada. Limpio, y tiro con fuerza del hilo, porque ni aun así parece que las palabras se quieren quedar adentro.

Hay algo que quiero decirte, pero sé que es mejor guardármelo.

Shhh.

PD: gracias, enana =D, mirá esa oreja, está copada o no?