lunes, febrero 18, 2008

Sin Título IX

Eras hermosa, sentada en mi sillón, mirando en mi cara todos los secretos que querías ocultar de mí. Te veías hermosa mientras encontrabas en mis ojos toda tu tristeza, y la reflejabas sobre los tuyos. Es cierto que de haber podido yo la hubiera disipado agitando las manos, de un grito, con un golpe seco o, por qué no, con un beso tierno. Es cierto también que, de haber podido, le habría hecho frente, y la hubiese aceptado por aquel entonces.

Pero la vida no se da tan fácil, ni tan clara. Se sucede sin darnos mucho tiempo, sin permitírsenos un respiro y solamente podemos pensar sobre lo que ya pasó, analizar lo que ya no se puede cambiar, aprender para lo que vendrá. El hoy es un territorio indómito e incomprensible.

Pero eras hermosa, y eso me dejó el corazón marcado.