El mundo es crudo hoy. Hmm. Recién en el taxi de vuelta, pareció que casi me roban. Una moto con dos muchachos encima, nos iba al lado de manera amenazante... Luego, no pasó nada. Hubo comentarios de por medio con el tachero, que era un muchacho más joven que yo aun.
La situación me dio mala espina, y siendo sinceros, pareció que efectivamente iban a robarme, pero por una u otra casualidad de la vida, el hecho terminó en un viaje seguro a casa. Debo decir, que tal vez sino hubiera sido yo el pasajero, la situación hubiera terminado de otra manera.
Entonces. El mundo es cruel. Si no era yo, y era una chica, jovencita, qué sé yo. La vida hubiera sido tan cruel; y nadie al alcance de la mano para impedir la crueldad, para refrenar el impulso del hermano enloquecido.
Y si el mundo es tan cruel, cuál es la actividad correcta de un humano cualquiera. Porque siendo sinceros, tampoco es que yo sea un humano específico. Más bien, soy yo, viviendo todos los días junto a todos estos otros yo, que sin quererlo, se van volviendo locos o qué sé yo, y hacen crueldades a los hermanos, que en el fondo, no somos mucha más cosa que esa.
Pero bueno, la verdad, es que no solamente hacemos eso nosotros. Vivimos en un universo cruel, donde el equilibrio demanda su lugar, al costo de todo. Tirando de allá, hasta que no haya ni acá ni allá, y sea un todas partes...
Un universo que busca el equilibrio no puede ser llamado cruel. Claro, existe su patrón que de seguirlo al pie de la letra, viviríamos en una armonía de equilibrio permanente. Pero habiendo tantas voluntades... El resultado es este torbellino que llamados realidad.
Nos empuja ésta, nos tira aquella, nos empuja la otra, nos contiene la última. Así en un arrastre permanente, crecemos y nos volvemos personas. Personas capaces de crueldad, y de bondad.
La crueldad tiene su lugar, por supuesto. Es necesario ser cruel, que es, en términos sencillos, quitar algo que otro aprecia. Podemos reducir su cuota, podemos detenerla, y podemos inventirla inclusive.
La bondad, funciona de esta manera, también. La bondad otorga, la crueldad toma.
El calor es bondadoso, el frío es cruel.
Allí donde no hay nada que dar, ni nada que tomar, no existe la bondad ni la crueldad, allí es donde se encuentra el equilibrio.
Pero más que un estado, es una perspectiva. En el correr de un río existe esta eterna lucha entre la bondad y la crueldad. Pero al verlo de lejos, se puede ver como el río corre inintirrumpidamente, en equilibrio. De hecho, hasta sus permanentes crecidas y sequías pueden ser observadas a la distancia, y encontrar en ellas su equilibrio.
Es tal la naturaleza del universo.
Es tan en el corazón de este torbellino que sucede la existencia de quienes hoy podríamos leer estas palabras, que nos es difícil comprender y aceptar esto. Se nos explica desde muy pequeños, pero con palabras que no dicen lo que quieren decir. Nos hablan de ciencia, y de cosas que se encuentran lejos, y a la vez cerca.
En su mayoría, preferimos existir sin contemplarlo, ya que no entender este equilibrio, produce un dolor que no deja de doler.
Quien nos diera la vida, la quita también, a veces bruscamente, a veces gentilmente. Pero para aquellos atrapados en la corriente de la vida, nos parece siempre tan brusco...