lunes, marzo 17, 2008

Relatación Cronolípeda

Se mueven sus pies, arrastrando la realidad consigo, moviendo las veredas en todas direcciones, haciendo que las paredes avancen, mostrando nuevos escenarios para observar con extrañeza. La noche es densa por ahí, dejando lugar a que la oscuridad conspiradora se filtre por las grietas de las paredes, que como venas, recubren los edificios. Hay un algo esta noche, un halo que recubre los árboles de la plaza, las calles del boulevard, los bancos de la vereda; una sensación que lo inunda todo, naciendo del mundo y muriendo en él. Y sin embargo no recuerda haber bebido.

Se dice esto mismo con aire serio: no recuerdo haber bebido. La realidad tiembla. Y sigue hablando para sí: pero si no bebí, entonces, por qué todo se ondula de esta manera, por qué me siento tan extraño ante lo cotidiano. Y camina con pasos ciegos que no lo acercan ni alejan de nada; se deja perder un poco por la inestabilidad; se deja vencer otro poco por la angustia; se deja abrazar por la desolación; acepta todo esto de buena gana, con una sonrisa tarada en la cara.

Así lo invade la sensación: aquella fuerza que se apodera de sus sentidos, alejando todo lo que perciben, volviéndolo ilusión. Así puede enfrentar aquello que no comprende. A veces me doy cuenta, mirando una escalera, que más allá del recodo me espera la nada; comprendo que si intentara yo trepar sus escalones, uno a uno o de dos en dos, al llegar arriba la realidad se vendría abajo, encontrando la nada al doblar abruptamente. Y siento sin miedo a equivocarme, que estoy siendo testigo de algo terrible, algo que no debía ser presenciado por ninguno. Pero nunca trepa la escalera, mejor dejarla olvidada. Y no sólo con escaleras me pasa; a veces también al seguir ciertas líneas de pensamiento. Me doy cuenta, y tal vez exagere, de que concluir aquella idea haría que mi mente dejara de existir.

Pero el universo sigue ahí, mirándolo fijamente, aunque él trate de hacerle ojos ciegos. Siempre he preferido no mirarlo, es difícil porque es grande, y sin embargo se puede hacer; ignorar las grandes luces, tan llenas de nombres ingeniosos y logotipos hermosamente diseñados. Siente al final que las fuerzas no lo sostienen ya para mucho más, y se decide a volver sobre sus pasos; andar un poco hasta llegar a algún lugar seguro donde pueda meterse en alguna oscuridad conocida; y desde ella mirarse para adentro, seguir buscando eso que tanto lo esquiva.

Pero sucede entonces que durante la noche un rostro extraño, de enormes ojos y sonrisa perdida, con el rostro bien pegado al suyo, se le aparece para mirarlo fijamente. Quién sos y qué querés le pregunta, pero la cara no responde; es un fragmento nada más, no llega a ser alguien de verdad. Pero los ojos son muy nítidos, casi le parecen de verdad, que no están en su mente sino fundidos en la sombra densa. En la sombra densa…


La realidad es un sueño con el que se nos engañó; de reojo, mientras miraban al horizonte, nos dijeron que era importante, que era sólida e indiscutible. Luego crecimos, y tuvimos dudas, incertidumbres, colores incompletos que formaban un arco iris sin sentido. Pero entonces es cuando nos sumamos a los que mienten, y cerrando los ojos empezamos a cubrir los huecos con carteles, con imágenes, con metas vacías, con recuerdos bonitos, con sonidos simpáticos.

martes, marzo 04, 2008

Contraste de tonos

"..que pintando con tonos claros a uno y con tonos oscuros al otro, haremos que el primero se vea más grande que el segundo (aunque normalmente no lo fuera). Pero entiéndase que ésto es sólo una ilusión."