Caminás distraído pensando en tus cosas, las que te tienen; ni mal ni bien, nada más te tienen, porque de ellas no pasás, ahí queda tu pensamiento.
Caminás hasta que pasás la esquina esa, a la que le decís de la muerte, riéndote con el flaco de lentes, y los dos se juran no pasar de nuevo por ahí, pero terminan pasando de todas formas; andá a saber por qué.
Pasás por ahí, distraído, con las cosas que te tienen. Y te das cuenta de golpe que estás mirando un bulto mal abrigado en el piso, un bulto que a veces se sacude y tose, con un estrépito raro, uno que te es totalmente ajeno. Al toque entendés que adentro de esas colchas viejas, mugrosas y con olor a todo junto, hay una persona. Lo sabés por ósmosis, no te acercás para asegurar, así está bien… saberlo de prepo.
Y mirándolo, pensándolo un segundo, empezás a notar más y más bultos; te das cuenta de que las cosas que te tienen, esta vez, realmente te tienen. Porque adentro tuyo no sentís nada. Ves ese jardín mal cuidado, con todas esas “malas hiervas” que crecen sin que nadie se fije, sin que nadie se preocupe demasiado; y entendés que ya no sentís nada, que de alguna forma, eso que ves, no te pertenece. Tus cosas son tus cosas, las de ellos, sino son de ellos, serán de otro.
… en el fondo está bien que Dios se olvidara del hombre, si también nosotros nos olvidamos de ellos y ellos de nosotros. Esos ellos que de alguna forma son otros nosotros…
Caminás hasta que pasás la esquina esa, a la que le decís de la muerte, riéndote con el flaco de lentes, y los dos se juran no pasar de nuevo por ahí, pero terminan pasando de todas formas; andá a saber por qué.
Pasás por ahí, distraído, con las cosas que te tienen. Y te das cuenta de golpe que estás mirando un bulto mal abrigado en el piso, un bulto que a veces se sacude y tose, con un estrépito raro, uno que te es totalmente ajeno. Al toque entendés que adentro de esas colchas viejas, mugrosas y con olor a todo junto, hay una persona. Lo sabés por ósmosis, no te acercás para asegurar, así está bien… saberlo de prepo.
Y mirándolo, pensándolo un segundo, empezás a notar más y más bultos; te das cuenta de que las cosas que te tienen, esta vez, realmente te tienen. Porque adentro tuyo no sentís nada. Ves ese jardín mal cuidado, con todas esas “malas hiervas” que crecen sin que nadie se fije, sin que nadie se preocupe demasiado; y entendés que ya no sentís nada, que de alguna forma, eso que ves, no te pertenece. Tus cosas son tus cosas, las de ellos, sino son de ellos, serán de otro.
… en el fondo está bien que Dios se olvidara del hombre, si también nosotros nos olvidamos de ellos y ellos de nosotros. Esos ellos que de alguna forma son otros nosotros…
4 comentarios:
está bueno para leer con música, che.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhh me haces sentir mal!!!! =(... yo paso por ahi casi siempre y miro de reojos los bultos humanos, todos acurrucados y sucios, y me da una cosita en el alma... pero que me de eso es basura realmente...
ahhhhhhhhhhhhhh ya me hiciste sentir mal =S te odio
Zarpado Maha, me gusto mucho.
Hierbas*! Con b de burro aburrido, Handrés, me extraña!
Publicar un comentario