lunes, octubre 30, 2006

también puedo actualizar dos veces un mismo día =D

Un día, en un país donde todos debían usar sombrero... él descubrió que le había crecido un árbol debajo del pelo.




Se puso contento. Pensó: "ningún déspota, por más déspota que sea, obligaría a usar sombrero a alguien que tenga un árbol".




Y era cierto, nunca más tuvo que usarlo; al otro día el rey mandó decapitarlo.



PD: También a color =P


Tan así o Qué sé yo

Caminás distraído pensando en tus cosas, las que te tienen; ni mal ni bien, nada más te tienen, porque de ellas no pasás, ahí queda tu pensamiento.
Caminás hasta que pasás la esquina esa, a la que le decís de la muerte, riéndote con el flaco de lentes, y los dos se juran no pasar de nuevo por ahí, pero terminan pasando de todas formas; andá a saber por qué.
Pasás por ahí, distraído, con las cosas que te tienen. Y te das cuenta de golpe que estás mirando un bulto mal abrigado en el piso, un bulto que a veces se sacude y tose, con un estrépito raro, uno que te es totalmente ajeno. Al toque entendés que adentro de esas colchas viejas, mugrosas y con olor a todo junto, hay una persona. Lo sabés por ósmosis, no te acercás para asegurar, así está bien… saberlo de prepo.
Y mirándolo, pensándolo un segundo, empezás a notar más y más bultos; te das cuenta de que las cosas que te tienen, esta vez, realmente te tienen. Porque adentro tuyo no sentís nada. Ves ese jardín mal cuidado, con todas esas “malas hiervas” que crecen sin que nadie se fije, sin que nadie se preocupe demasiado; y entendés que ya no sentís nada, que de alguna forma, eso que ves, no te pertenece. Tus cosas son tus cosas, las de ellos, sino son de ellos, serán de otro.

… en el fondo está bien que Dios se olvidara del hombre, si también nosotros nos olvidamos de ellos y ellos de nosotros. Esos ellos que de alguna forma son otros nosotros…

lunes, octubre 23, 2006

Sin Título III

Yo te miraba caminando, vestida con esas ropas elásticas y ajustadas que, de tan ridículas, te quedaban preciosas; con toda tu delgadez imposible, tan flaca que los pechos se te marcaban apenas y las piernas se te hacían como las patas de un monigote… mi monigote; te seguía de cerca tratando de no meterme en tu mundo, porque lo más bonito de todo en esas salidas era verte hacer lo tuyo, indistinta de mí. Te acercaste a un lapacho mal florecido para treparlo, pero a la mitad del impulso te alcanzó la vergüenza y te volviste, para saber si yo te había visto, con tu sonrisa toda colorada. Demasiado linda para eso, te pregunté, y vos me asentiste, aunque no estabas muy convencida.

Yo en cambio no tuve ningún problema con treparme a una de esas piedras tan llenas de estática que se quedan echadas en las costas, vagueando. Pero me bajé rápido porque las palmas me hacían cosquillas y poco a poco se me descomponía el estómago; de un salto caí cerca de vos, y con la punta del dedo te di una patadita; vos, muriéndote de risa, me dijiste Yo también puedo hacer eso, y ahí nomás como si qué, me besaste. Y era cierto, fue cierto: vos también podías hacer eso.

Cuando nos alcanzó la noche nos sentamos en la playa, al lado de una fogata que improvisé con tu ayuda, es decir, que vos hiciste mientras yo miraba. Pusimos tu remera al fuego, como se acostumbraba en esa época, y dejamos que nuestros ojos se perdieran en las llamas rojiazules sin decir palabra. Así nos encontró la pasión y nos invitó a caminarnos; primero yo que, con mis manos, toqué tus pechos lentamente, con intención. Vos, en cambio, me hiciste el amor de un tirón, sin pensarlo, sin querer; como el tigre que devora al conejo de un bocado, también sin querer, porque es su naturaleza devorar y nada más sabe hacer. Así, vos seguiste lo que había en vos, y sin pensarlo, sin saberlo, me cambiaste la vida.

Y yo te amé también, al menos ahí, en ese momento, aunque nunca más te volviera a ver. Porque al otro día, con vos hablándome de lo linda que sería nuestra casa juntos, nuestros hijos juntos, nuestra vida juntos, cuando yo te estaba pidiendo que nos casáramos, ya sabía que vos no eras más vos si no otra, alguna que se te parecía, que hacía todo como vos, pero para nada la misma.

viernes, octubre 13, 2006

Un bosquecito


Ni da escribir en estos días ¡pero actualizo esto para que tengan conciencia de que sigo vivo!
A ver... 1ro lo dibujé, después lo pinté.
obviamente =P

jueves, octubre 12, 2006