De pequeño, cuando aun no era mucho más grande de lo que vos sos
ahora, me gustaba mucho saltar. De hecho, me pareció que nadie podía
saltar como yo. No porque saltara muy alto. Sino porque simplemente
saltaba. Y podía ver al rededor, cómo no todos "simplemente saltaban".
Pensé
que saltar era lo mejor. Y entonces sólo me dediqué a saltar. Luego me
cansé de saltar, y me quedé mirando a todos los que no saltaban, tomar
caminos, y empezar a caminar.
Yo podía llegar donde quisiera, saltando. Claro que sí. Caminar había sido siempre tan aburrido.
Claro,
es muy emocionante, saberse un salto en potencia. Claro, es
emocionante, permanecer quieto, y observando. Esperando que alguno
salte, para saltar a la vez.
Me pregunto igual, si voy a saltar otra vez.
lunes, noviembre 23, 2015
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